EL AMERICAN HOTEL Y LA CUADRA DEL PECADO EN VALPARAÍSO

La primera cuadra de calle Cochrane hacia fines de los años sesenta o principios de los setenta, con el edificio de la Aduana de Valparaíso al fondo y el American Hotel a un costado. Fuente imagen: sitio FB Valparaíso de Ayer y Hoy.

El American Hotel ocupaba un elegante edificio neoclásico de tres pisos en calle Cochrane 25 a 45 de Valparaíso, a pasos del famoso inmueble de la Aduana y la Plaza Wheelwright. Era el viejo sector porteño a las puertas del llamado "barrio chino", además, con notoria presencia industrial y en donde funcionaban también sedes sindicales o sociales. Una gran cantidad de cafés, restaurantes y hoteles históricos hubo en este sector durante los tiempos dorados de la ciudad, incluido uno muy popular llamado Hotel California que llegó a instalarse justo enfrente de donde estuvo el American. A decir verdad, la primera cuadra de Cochrane era todo un barrio bohemio y desenfadado en sí mismo, a pesar de interactuar con otros sectores trasnochadores de alrededor.

Como era obviamente esperable, la prostitución llegó hasta aquellos recovecos y el American Hotel se convirtió en refugio de la remolienda, especialmente cuando su prestigio como uno de los mejores y más elegantes lugares para los viajeros del barrio decayó, dejándolo reducido a las funciones de un hotel parejero y hasta lugar de encuentro de narcotraficantes. El zócalo del edificio, en tanto, sería ocupado por locales comerciales, algunos de ellos de estilo night clubs o cafetines. En el vecino estaba el club The Night and Day, por ejemplo; a la vuelta, por calle Márquez, ardía la Caverna del Diablo. De esta forma, durante el día el lugar era uno de los barrios más pintorescos del puerto en cuanto a arquitectura e historia, pero de noche se volvía un lugar orgiástico, con mujeres ofreciendo sus coqueteos en las veredas, más luces de colores y música estridente escapando por puertas entreabiertas... La dualidad misma del viejo Valparaíso concentrada también en esas cuadras, en otras palabras.

Entre los años treinta y sesenta la prostitución parecía ya una plaga invencible en el American Hotel y la cuadra completa de calles Cochrane y Bustamante, entre calles Márquez y Carampangue. De hecho, todo el barrio y sus manzanas adyacentes adoptaron por largo tiempo esta característica, contando también con famosas casitas de huifa como el lupanar de las tías Rosa Muñoz Quiroz y Adriana Sánchez en Márquez 348, local que figuraba entre los más clásicos del sector pero que acabó incendiado en junio de 1939. El sector alto de la misma calle con Pascal, en donde se construyeron después los edificios de departamentos, habría sido un hervidero de chiquillas en aquellos años, además, a escasa distancia de la Iglesia de La Matriz en la subida al Cerro Santo Domingo.

Lamentablemente, como sucedía con mucha de la remolienda porteña y santiaguina de esos años, esta compartió espacios también con lo peor de la sociedad de entonces, enredándose con trata de blancas, extorsiones, pandillas de ladrones y los infaltables traficantes de drogas. Todos estos negocios clandestinos tenían nudos enredándolos entre sí, de hecho. El propio dueño del American era Manuel Moreno, conocido como el Cabro Moreno y a quien el cronista Enrique Gutiérrez definía en el diario "Clarín" a fines de marzo de 1961 como el "jefe indiscutido del hampa porteña", a pesar de que el acusado aseguraba haberse retirado de los negocios oscuros.

Sucedió entonces que, el 11 de ese mismo mes, había caído muerto de un disparo "accidental" en una caleta de Tocopilla y mientras eran descargados sacos de prendas íntimas contrabandeadas, el jefe narco Luis Otto Bosso Elfer. Este era conocido como el Gringo o el Luisito y había capitaneado una red de cómplices quienes, con su partida, quedaban ahora a la deriva. Como se trataba también de un residente de Valparaíso y abastecedor de droga en la Zona Central del país, esto provocó un sismo en los bajos fondos del puerto, cuyos representantes realizaban por entonces reuniones de coordinación y discusión precisamente en el pecaminoso American Hotel, según lo que se denunció públicamente.

La prensa de la época señaló que los capos de la mafia porteña se reunieron nuevamente en el hotel apenas se conoció la noticia sobre la muerte del Gringo Bosso. En esos momentos había escapado con sus seis hijos la viuda, Elsa García Oñate, quien vivía en calle Carlos Lyon 53 del Cerro Cárcel y, seguramente, actuaba como su intermediaria mientras se encontraba ausente en el puerto. La urgencia era evitar que las pandillas de menor rango, esas mismas que se relacionaban tan estrechamente con los negocios de la prostitución, comenzaran a desatar una guerra interna intentando sacar partido de lo sucedido y ampliar territorios o posiciones.

Parte de la fachada del American Hotel en el diario "Clarín" en 1961, cuando el lugar hizo noticia como centro de reunión de los jefes de la cáfila mafiosa en Valparaíso.

Otra imagen de la calle en los sesenta, misma secuencia de la fotografía en la cabecera. Se observan los carteles del American Hotel y el cabaret The Night and Day a la derecha. Fuente imagen: Pinterest de Guillermo Baeza Correa.

Cartelera del American Bar de Cochrane 12 hacia fines de los años sesenta, el famoso club a escasos metros del American Bar, en el mismo tramo inicial de calle Cochrane. Fuente imagen: grupo FB Fotos Históricas de Chile.

La misma cuadra de la bohemia en el barrio de la Aduana, con el American Hotel todavía activo, años ochenta. Imagen de Eric Rivera Cervantes subida a las colecciones de fotografía histórica de En Terreno Chile.

La disco-bar Flamingo Rose, cuando aún estaba ubicada enfrente del American Hotel. Fuente imagen: Grupo FB Valparaíso del Recuerdo.

Vista actual del edificio en donde estuvo el American Hotel, con la Aduana al fondo. Toda el ala norte de este inmueble que fue ocupada por la casa hotelera actualmente se encuentra en ruinas.

No terminaba allí el escándalo del American Hotel y la cáfila mafiosa que allí se reunía, sin embargo: por las mismas razones expuestas, en Santiago se ocultó una conocida cabrona de Valparaíso llamada Enriqueta Figueroa Fuentes, dueña de otro de los prostíbulos más conocidos del puerto. Ella era amante del también famoso Mario Silva Leiva, alias el Cabro Carrera, uno de los más legendarios personajes de la actividad delictiva en Chile y quien trató de huir por entonces fuera del país, tras enviar un dinero a la viuda del rufián para facilitarle el escape. La Policía de Investigaciones creía que Enriqueta, en complicidad con Silva Leiva, se había llevado cerca de diez kilos de cocaína avaluados en 50 millones de pesos, una friolera para la época, además de los 14 bultos con baby dolls y enaguas de contrabando que se descargaron en el lugar donde murió fulminado Bosso.

El hotel logró sobrevivir a la batahola y continuar con sus servicios, pero parece que nada se libraba del peligro y las sombras siniestras allí en la cuadra primera de Cochrane... Al pie del edificio hotelero estaba un oscuro cabaret que intercambiaba con aquel algunas de las mismas mujeres que después ocupaban las piezas con los clientes. Las chicas entraban como público, pero en realidad esperaban encontrar cada noche a sus propios consumidores. Así, el antro movilizaba un oscuro ambiente "anexo" en donde la sangre corrió un par de días después de las Fiestas Patrias de 1965, cuando dos sujetos se enfrentaron por los encantos de una damisela dentro del mismo club.

A mayor abundamiento, en aquella ocasión Oscar Baeza Mananteau, santiaguino de 21 años, residente en calle Conferencia 1508 pero de visita en el puerto, dio muerte con un revólver a Maximiliano Enrique Prado Guerra, de 30 años según las páginas policiales de entonces, residente local en calle Costa Rica 43. El disparo fue a quemarropa y en el abdomen, dejándolo gravemente herido dentro del local con números de topless y muriendo en el servicio de urgencia de la Posta de Valparaíso, siendo remitido desde allí a la morgue. Baeza, en tanto, fue detenido y puesto a disposición de los juzgados del crimen con el cargo de homicidio.

En aquellos años setenta y todavía hacia fines de los ochenta se mantenía la buena y mala fama nocturna de todo aquel lugar, dominado por el cartel luminoso del American Hotel. Empero, se habían impuesto en tal hábitat algunos de los que serían últimos reductos de diversión en la misma cuadra de Cochrane, por ejemplo con el Hotel Luxury relevado después por el mencionado Hotel California y, bajo el mismo, la disco-bar Flamingo Rose, mítico establecimiento de Valparaíso, en el número 38 de la calle, hoy refundado en Salvador Donoso 1498. También estuvieron allí, entre otros, el Hotel Frankfurt justo al lado del American, por el lado sur en un edificio ya desaparecido, y el Hotel Arizona con su propio restaurante, mientras por el costado sur estaba el Hotel Mocambo. Enfrente, al otro lado de la calle, relucían el Bar El Mar, el Hotel Grill Club 21, el café Sao Paulo y el cocktail-room Tiki, entre varios más.

Muchos edificios históricos fueron destruidos en aquel cuadrante por incendios y terremotos, lamentablemente, entre ellos los celebérrimos y rotundamente bohemios American Bar y el Yako Bar, que existieron en Cochrane llegando a Carampangue. Por supuesto, la nómina incluye en parte al edificio del ex American Hotel, que actualmente es sólo una fachada casi hueca e inhabitable en su ala norte, muy deteriorada y sin sus características cornisas en lo alto. En contraste, el ala sur se separó del resto del inmueble y ha permanecido dignamente conservada hasta ahora.

A pesar de toda el agua que ha corrido bajo el puente, siguen atrayendo a turistas en la cuadra opciones mucho más civilizadas de diversión. Una de ellas es el Café Aduana, en lo que queda del edificio al lado del ala norte, junto al ex hotel en ruinas, mientras que a la vuelta de la misma manzana, por calle Blanco, está el famoso restaurante La Playa que hace algunos años estuvo apunto de desaparecer de la ciudad. A su lado, haciendo esquina con Márquez, brilla la marisquería Puerto Mil-Nay... Ya no hay "barrio chino" esperando las amanecidas junto al mar, pero sí quedan notables recuerdos y vestigios.

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