EL "CASTILLITO" DE ANTOFAGASTA Y SUS FANTASMAS

La Casa Camus o "Castillito" hacia 1920, en postal fotográfica.

La Casa Camus de Antofagasta está en calle Simón Bolívar 803 con avenida Argentina, la ex calle del Ferrocarril. Como su parte posterior deslinda con la vía José Santos Ossa, el perímetro triangular de esta mitad de cuadra ocupada casi completamente por el inmueble y sus veredas está rodeada de calles en los tres lados, así que se trata de un edificio-isla. Elevado a la categoría de Inmueble de Conservación Histórica por decisión del Consejo Regional de Antofagasta, en julio de 2002, hoy es propiedad y sede de la firma García & Trench Arquitectos. Sin embargo, guarda también sus propios secretos: su pasado como célebre casita de remolienda y fantasmas que han quedado vagando en ella desde tiempos lejanos.

La versión más difundida dice que el inmueble fue diseñado por el arquitecto e  ingeniero civil ítalo-árabe Luigi Abd El-Kader, por en encargo del rico empresario cuprífero Luis Camus, antiguo propietario de la actividad minera particular de Chuquicamata. Aunque El-Kader había construido y habitado antes el fastuoso palacete llamado el Castillo en Antofagasta, obra cuya estructura principal era un gran torreón de estilo arábigo en Simón Bolívar con Atacama, en esos momentos se encontraba residiendo en el Argentina y ya en los últimos años de una vida corta, por lo que la ejecución de las obras quedó encargada Jaime Predeny, arquitecto español residente en la ciudad y quien iba a ser después el autor del Edificio Giménez, en pleno centro. Sin embargo, otra versión recogida por las fichas del "Estudio de áreas y edificaciones de valor histórico, artístico y arquitectónico de la ciudad Antofagasta", de la propia Municipalidad de Antofagasta en 1997, y por el Catastro Regional de Inmuebles Patrimoniales en 2013, señala que el autor de los planos del edificio fue el italiano Leonello Bottacci.

El hermoso caserón de tres pisos, con varias aguas de techo y un fino torreón de balconetes sumándole un cuarto nivel de altura, rematado a su vez por una aguja más alta y estilizada que la actual, pudo ser inaugurado hacia 1913-1914. Se lo define de estilo ecléctico "historicista", en donde prevalece el neoclásico y algo de victoriano. Con el tiempo, sin embargo, iba a terminar siendo apodado el Castillito por sus singulares formas entre los antofagastinos, quizá también en contraste con el Castillo principal de El-Kader y que no fue demolido sino hasta mediados del siglo, más o menos.

Por desgracia, no habría alcanzado a vivir allí el señor Camus: murió de un grave accidente de trabajo en un pique, acabando decapitado, creyéndose hoy que estaría sepultado en un mausoleo familiar del Cementerio General de Antofagasta. De hecho, los planos elaborados en Buenos Aires (cuya legibilidad de la firma es dudosa) alcanzaron a ir dirigidos para doña Carlota en 1913, siendo presumible que don Luis muriera antes de terminadas las obras de construcción dirigidas por Predeny.

De acuerdo a lo que señalan fuentes como el periodista Luis Escares Villa en un reportaje del diario "La Cuarta" ("Las misteriosas melodías del violinista de la casa Camus", viernes 6 de julio de 2018), doña Carlota, la viuda sin hijos, quedó viviendo sola en el lugar acompañada por un sobrino afectado por convalecencias que le impedían salir de la casa. El niño se entretenía allí tocando un viejo violín, pero su debilitada salud le pasó factura y murió poco después. La desconsolada Carlota lo seguiría no mucho después, en el mismo camino a la cripta.

Desde aquel momento y no habiendo herederos, el Castillito pasaría por varios dueños, partiendo por un médico que lo ocupó como su consulta, posiblemente hasta cerca de 1920. Después tuvo otros rubros sin mucha estabilidad, incluido otra vez el de residencia, también el de hotel u hostal y pensión de estudiantes. En cierto momento se convirtió en un salón de baile al estilo de las "filóricas" y dancings que habían desplazado a los viejos clubes de las sociedades filarmónicas y que estuvieron de moda todavía hasta los años cuarenta, aproximadamente. Era un salón principalmente dirigido a la clase alta, sin embargo.

Los cambios sociales tocarían el rubro del inmueble, sin embargo, atrayendo hasta él vicios, lujuria y decadencia. De esta manera, el Castillito se volverá como una especie de club de fiestas clandestinas y casa de juegos en los años sesenta, a la que llegaban por igual mineros, pescadores, empleados y funcionarios. Las muchachas de la intensa prostitución local, especialmente las del sector puerto según entendemos, "subían" hasta este antro para compartir copas -y algo más- con los alegres clientes durante estas tardes y noches de apuestas. Fue así como irían convirtiéndose también en un famoso burdel de la mano de emprendedoras almas que decidieron tomar su timón y cuyo apogeo comenzará en esos años, extendiéndose hasta parte de la década siguiente.

Conocido el lupanar como el Castillito, algo sobre este período fue mencionado en nota de la revista "Antofagasta Construye" de la Cámara Chilena de la Construcción, en una edición especial ("Casa Camus. '100 años de historias y leyendas'", viernes 31 de mayo de 2013):

Dice la historia que en sus salones se celebraron fiestas de alta alcurnia y que funcionó un garito clandestino. En la década de los sesenta y setenta se convirtió en el famoso prostíbulo conocido como "el castillito" y se utilizó para reuniones secretas del partido comunista en los años ochenta.

Durante aquel período al servicio de la remolienda la Casa Camus habría estado regentada por una afamada tía del ambiente, de acuerdo a la poca información oral de la que disponemos tras años de consultas a los ciudadanos que podrían guardar recuerdos de esos años. Se trataba de un cabaret con funcionamiento especialmente en las tardes, al puro estilo europeo, del que también se cuenta que habría sido escenario del supuesto asesinato de una de las niñas en uno de sus cuartos o salas, durante una reyerta, venganza o bien en manos de un cliente proveniente de los bajos fondos.

De acuerdo lo que expresa en una entrevista para el medio Antofagasta TV ("Historias de mi ciudad: Casa Camus", enero de 2019) don Héctor Ardiles, investigador del área de biblioteca y patrimonio del Museo Regional de Antofagasta, siendo todavía casa prostibular en los setenta las asiladas solían asomarse por sus balcones hacia el mediodía y en sus horas de descanso, llamando la atención de unos y provocando escándalo en otros. Agregaba que, durante el período de las infames "colas" de gente en el insatifactorio comercio durante el gobierno de la Unidad Popular, quienes estaban en estas esperas por el barrio tenían a la vista y por largo rato a las sensuales chiquillas que allí se mostraban, a veces ofendiendo los recatos y pudores.

El boliche llegó a ser identificado como uno de los principales y más históricos de Antofagasta, entonces, en la misma generación más moderna de huifas como el bar Casa de las Muñecas de la tía Eliana en calle Baquedano. Noches inolvidables se celebraban en el lugar y la naturaleza de sus festejos eran conocidos por todos los residentes de Antofagasta... Sin embargo, algunos de los pasados habitantes del inmueble continuaban residiendo en él y haciendo escalofriantes apariciones desde el Más Allá, según aseguraban, las que muchos beodos y remoledores testigos debieron llevarse en silencio hasta la tumba al no poder confesarlas a sus familias ni revelar algo sobre su visita al pecaminoso sitio.

En efecto, desde los años en que la Casa Camus había pasado a ser un consultorio médico se venían escuchando a veces espectrales e inexplicables melodías de violín, erizando los pelos a los presentes. A veces sonaba fuerte y muy nítido, especialmente bajando las escaleras o vibrando en niveles más altos, desde el mirador del torreón. Obviamente, el convencimiento popular generalizado llegó a ser que se trataba del infortunado sobrino violinista de doña Carlota, cuya ánima continuaba vagando por los pasillos y salas del Castillito resistiendo abandonarlo y sin importar quién lo ocupara en casa cambio. Sin embargo, otra versión mencionada en el texto de "Antofagasta Construye" supone que se trataba en realidad de un residente adulto, funcionario de carabineros o militar según se cree, en un período en que hubo también clases de música ofrecidas en el mismo sitio:

Pero una de las historias más conocidas es la del violinista -supuestamente el sobrino de Camus-, pero hay quienes afirman que el verdadero músico fue un alto oficial que residió en la casa y que en sus ratos libres gustaba de subir al torreón a tocar el violín, que algunos aseguran todavía se escucha.

Así describe la situación Escares Villa, en cambio, en el señalado artículo de "La Cuarta" sobre la misma casa de calle Bolívar:

"El Castillito" era el sitio en donde todos iban a olvidar las penas. Fiestas, jarana y furtivos amoríos eran en ocasiones interrumpidos por el sonido de un solitario violín que acompañaba los festejos. Y mientras los habituales aseguraban que no se asustaban por las inexplicables melodías, algunas mujeres expresaban todo su miedo cuando el niño comenzaba su recital.

Vimos ya que, pasada su gran época como night club y prostíbulo, el caserón se convirtió en una sede clandestina del Partido Comunista, en donde este instaló su comité regional en parte de los años ochenta. Cierta tradición oral asegura que, en un allanamiento al lugar durante el mismo período, agentes del régimen habrían asesinado a uno de los militantes que allí se reunían, cuando este intentó oponerse a su ingreso. Estas otras muertes "no oficiales", incluida la chica de los tiempos como cabaret, habrían aportado sus propias almas en pena haciendo apariciones o provocando fenómenos de tipo poltergeist dentro del recinto, además del caso con el violín invisible.

Desde la segunda mitad de la misma década el sitio fue comprado por el generoso y filantrópico médico Aldo Valenzuela, por lo que el lugar volvió a ser utilizado como consulta particular de salud, aunque con habitaciones arrendadas como oficinas. En 2002, el mismo año en que era declarado Inmueble de Conservación Histórica, comenzó a ser arrendada parte de los espacios a los arquitectos Andrew Trench y Hans García, hasta que estos lo adquieren y restauran en 2006 tras la muerte de Valenzuela, llegando para ello a un acuerdo con su hijo que residía en Alemania. En 2023 hubo un amago de incendio en el exterior, tras cundir las llamas en un "ruco" que indigentes habían levantado contra uno de sus muros, pero logró ser sofocado a tiempo.

No quedan en Antofagasta muchos veteranos admitiendo haber sido clientes del otrora elegante club del Castillito, ni haber escuchado por entonces a su fantasma violinista. Menos aún hay abuelas reconociendo haber sido integrante del bello y juvenil elenco de chiquillas del burdel, algunas de ellas buenas para el canto, el baile o la guitarra según se creía. Todo aquello es algo así como un misterio pícaro de los antofagastinos, el que contadas veces se comparte con afuerinos.

Los actuales dueños e investigadores patrimoniales de la ciudad han hecho un importante rescate de los aspectos más históricos y demostrables de la Casa Camus. Según la leyenda urbana más que los testimonios, sin embargo, el violín sigue sonando dentro del ex burdel de calle Bolívar.

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